Arthur Morgan: La redención.

Adrian
6 min readDec 22, 2020

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Arthur Morgan es el protagonista de una historia a la que llegué tarde; dos años tarde. Ha habido una increíble proliferación de historias y personajes que han dejado cada vez más patente que los videojuegos tienen impacto en la forma en la que se cuenta una historia, una buena historia.

En el mundo abierto de Red Dead Redemption II eres Arthur Morgan; un hombre que ha vivido toda su vida bajo la tutela de Dutch Van Der Linde. Ellos junto con un montón de personajes despreciables, pero muy carismáticos forman una banda que se dedica a conseguir dinero robando, matando y haciendo de usureros. Es 1899 y el mundo de las leyes y las instituciones poco a poco devora lo que antaño fue "El viejo oeste". Arthur fue encontrado por Van Der Linde cuando apenas era un jovencito y fue educado bajo la doctrina de "Aún aún honor entre Ladrones" y así fue durante años en sus atracos, y crímenes donde de alguna manera se convencían al final del día que solo lo hacían para sobrevivir.

Cuando comienzas a jugar te das cuenta que Arthur, es un tipo despreciable, sabes que es una mala persona; el típico bully que quieres que le pasen cosas malas y todo esto lo piensas de manera totalmente justificada, y su carisma es apabullante. Arthur es un hombre de unos 35 años, alto y de personalidad osca e imponente . Es un personaje que se cuece a fuego lento, y las primeras señales de que es más de lo que creemos llegan en las primeras horas de juego cuando Abigail (integrante de la banda y madre de un Jack, un chamaquito de unos 5 años) nos pide llevarlo a pescar porque su padre -John- anda por ahí robando y estafando gente. En esa misión vemos a un Arthur paternal, cariñoso y protector. Este fue el primer vistazo a algo que Arthur quiso ser y nunca pudo: un padre. Después conocemos a Mary; la mujer que más amó en su vida, y perdió toda oportunidad con ella por la lealtad hacía Dutch y a la banda. Vemos a Arthur como una máquina de golpes sin piedad, pero cuando hablamos con ella, es hasta tierno como busca ayudarla, de repente vemos empatía, vemos amor en en los ojos de una persona compleja tratando de solucionar problemas complejos.

Después de muertes, traiciones, abandonos, Arthur llega a un punto en su vida donde por primera vez en puede sentir que está cambiando; cambiando su manera de pensar, de ver la vida y esto sucede justo cuando es diagnosticado con tuberculosis, la cuál adquiriría meses atrás al golpear casi hasta la muerte a un hombre enfermo que le debía un par de billetes. Entonces Arthur mira hacía atrás, hacia las personas que lastimó, a las que amó -o que ama aún-.

El cambio de Arthur es lento, pero en este momento de la historia ya no hay vuelta a atrás. Cambiaste, todos cambiaron: Dutch, tu mentor, quién buscaba una vida mejor para la banda de pronto se ve involucrado en actos que poco a poco van rompiendo los lazos que mantenían unidos a todos en la banda.

Arthur entiende y acepta que va a morir. Por un balazo o por la tuberculosis, ya no le importa mucho la forma. Y tiene miedo. El imponente hombre se desmorona por el miedo. Y es precioso porque ves un alma que genuinamente cambió -Memento mori-

Hay un momento en el juego en el que nos encontramos con una familia a la que hicimos sufrir al cobrar una deuda. Una madre y un hijo desesperados por sobrevivir y Arthur decide ayudarlos y es este el momento en el que Arthur Morgan se destapa como alguien que genuinamente quiere ser una mejor persona. Hacer el bien por una vez, teniendo la muerte en la cara y viendo las traiciones del jefe de la banda (Dutch). Decide abandonar su lealtad hacía él, porque se da cuenta que la lealtad no vale nada si la das a alguien que la desprecia y la usa para su propio beneficio. La lealtad vale lo mismo que la persona a quien se la das. No hay que vivir atados a los rancios códigos de lealtad que se nos han enseñado.

Uno de los momentos mas emotivos y auténticos del juego es una cita, así , sin más. Mary te contacta a través de una carta para pedirte ayuda y al terminar el encargo, ella te invita al teatro. Puedes no aceptar, pero si lo haces, caminas por las calles de la ciudad con Mary tomada de tu brazo; hablo, y riendo como si no existiera nada más que ella. Y por un momento, Arthur tiene lo que siempre quiso: amor y tranquilidad. Entras al teatro, se sientan juntos, y tienes la opción de abrazarla; en una cita despreocupada dentro del remolino de tragedias y problemas que es la vida de Arthur. Mary le súplica a Arthur que se vaya con ella, que escapen y busquen la vida que siempre quisieron tener. Pero no, ya no hay vuelta atrás, el momento de Arthur para ser feliz fue hace mucho tiempo. Arthur busca redención y busca salvación ya no para si mismo, sino para las pocas personas buenas que conoce y otras tantas que quiere ayudar

Es nuestra naturaleza voltear al pasado porque ahora sentimos que hay demasiados problemas y demasiado dolor. Siempre ha habido mierda en nuestra vida y nunca dejará de haberla. Y así como hay problemas y malas decisiones, hay oportunidad de enmendar la la mayoría de errores. Hay que sabernos como seres fallidos, cobardes y desesperados. Pero debemos comprender nuestro pasado, aprender de él, ser mejores, porque si no, estamos condenados a repetir todo lo que nos hicieron.

Cuándo una etapa de tu vida termina, vuelves justo donde empezaste, vivir el final te lleva a un peregrinaje por todos los malos momentos, por el llanto, por el sufrimiento, y al final solo quieres cambiar, y olvidarlo todo. Y piensas ¿Acaso la mierda nunca se va? No. Es todo lo contrario, pero no lo entiendes entonces. Todo ese viaje es la lección más valiosa que puedes tener en ese momento. Regresas a los malos momentos para poder afrontar los que vienen, vuelves al llanto para conocerlo, abrazarlo y calmarlo para la próxima tormenta. La desesperación te deja conocerte en tus peores momentos. Y después de todo, tienes el camino más fácil, porque construiste puentes y escaleras. Y entiendes que debes abandonar los lugares que te dañan, y hacerlo es el acto de amor más grande que puedes tener contigo mismo. Es volver a casa, dónde siempre podrás volver a ser feliz y por el camino, vez cuanto has aprendido, construido y recorrido. Es un proceso tan lento y sutil, que apenas te das cuenta, pero ahí estás, y el contraste te hace ver todo lo que has aprendido y cambiado-

Las personas que te hicieron daño y que dañaste de pronto se convierten en los puentes que usa para regresar. Y ya no hay resentimiento, ahora llegaste a un lugar nuevo. Y en este nuevo lugar siempre habrá espacio para nuevos y necesarios errores. ¿Todo esto vale la pena? El futuro es incierto, pero no debemos rendirnos. Vivimos para experimentar, y renunciar a ello, significa renunciar a nuestra humanidad. El sufrimiento no es opcional, el cómo lo afrontamos sí lo es. La historia de Arthur es una historia sobre nosotros; una historia llena deseos por querer hacer el bien entre todo lo malo que nos rodean y que hemos hecho. Nuestra vida está y estará llena de momentos que nos rompieron, de cosas de las que preferimos huir. De personas que lastimamos y nos lastimaron. Y Enfrentar eso es luchar contra nosotros mismos, es la batalla más difícil, pero también la más satisfactoria porque cuando salimos de esta, lastimados, podemos lamer nuestras heridas y prepararnos para la siguente gran batalla con más sabiduría y herramientas para afrontar esta vida.

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